Por: Arq. Roberto Hidalgo Ocampo
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) calcula que para el año 2030, un 60% de los habitantes del planeta estará viviendo en espacios urbanos; provocando dramáticas consecuencias en la biodiversidad mundial.
Como resultado de ese crecimiento; se han establecido modelos de desarrollo desmedidos que no contemplan aspectos urbano-ambientales y socioculturales que revitalicen o propongan mejoras de las condiciones actuales en la ciudad bajo un entorno más sostenible; agravando la invisibilización progresiva de sus paisajes naturales.
Estos modelos se caracterizan por presentar tres componentes fundamentales:
- La urbanización como uno de los principales motores de transformación del paisaje y de crecimiento poblacional; que puede generar un aumento en el desconocimiento y la desconexión entre los factores de biodiversidad, sus dinámicas y los habitantes.
Además; el auge económico y la poca gestión mostrada por parte de autoridades competentes, ha generado falta de directrices generales, planificación, estructuración y control en el desarrollo urbano.
- La expansión de las ciudades debilita la frontera actual entre el campo y la ciudad, provocando una mayor presión sobre las áreas protegidas contiguas y alejadas de las urbes.
- Fenómenos como el cambio climático afectarían en mayor proporción a las ciudades; sobre todo aquellas zonas urbanas que fueron construidas en áreas de amenaza y de riesgo potencial.
Lo anterior deja en evidencia la importancia de la naturaleza autóctona en la mitigación de desastres, en la promoción de la salud y el bienestar del ser humano (Menezes, 2016).
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Arq. Roberto Hidalgo Ocampo