Carta abierta a los Creadores de Ciudades
Por: Mariela Alfonzo,Fundadora y CEO de State of Place
El 21 de enero viajé desde Shanghai (mi hogar adoptivo) a Boston, con escala de un día en Los Ángeles; pasé varias semanas ahí para realizarme algunos tratamientos médicos no críticos. Al día siguiente, el primer caso de Coronavirus golpeó a Shanghai. Cuatro días después, mi esposo, propietario de un negocio de importación y exportación, me alcanzó en los suburbios de Boston, donde hemos estado en una especie de exilio pandémico desde entonces.
A medida que el virus se propagó a través de Wuhan, Shanghai y el resto de China, nosotros seguíamos las noticias constantemente y recibíamos actualizaciones diarias de nuestros amigos que están viviendo en Shanghai sobre cómo esta epidemia se estaba apoderando de nuestra querida ciudad; que normalmente está repleta de infinidad de peatones y ciclistas, personas que esperan su «jianbing» (el equivalente de un burrito chino para el desayuno) diario, repartidores, señoras que bailan en plazas públicas y el ruido de restaurantes y bares estaba, en efecto, ausente. Nuestros amigos compartieron fotos de espacios públicos sin vida, calles abandonadas, tiendas cerradas, metros vacíos. Estábamos conmocionados, entristecidos, desconcertados sobre lo que vendría después.
La única constante fue una rueda interminable de pensamientos girando dentro de mi cabeza sobre lo que esto podría significar para los espacios públicos, la vida pública, la creación de lugares, el diseño urbano, ahora ya partir de este momento. ¿Qué significaría y exigiría de mí?,¿de mi papel como investigadora de Diseño Urbano, profesora y empresaria? Estos pensamientos nunca llegaron a ser más que un desorden incoherente de ideas poco concretas en mi cabeza; no me importó. Pero hoy, después de casi2meses de pensar, procesar y ser testigo de cómo esta plaga del espacio público ha llegado con tristeza y con toda su fuerza a las costas estadounidenses, finalmente estoy lista para escribir en papel y compartir con ustedes mis respuestas(aún no finales)a estas preguntas.
Nos encontramos frente a un enigma aparentemente insuperable a la luz de esta pandemia sin precedentes: si nuestro trabajo es hacer de las ciudades un imán para las personas, ahora hay una llamada casi universal (que debe ser atendida) para evitar lugares que, de hecho, son imanes para las personas, ¿Cuál es nuestro propósito ahora?
No fue hasta que la Universidad de Nueva York (donde soy profesora de investigación y donde actualmente enseño un curso en línea) decidió pasar todas sus clases alamodalidad100%en línea desde hace una semana, que las ramificaciones del virus en los espacios públicos se volvieron personalmente inevitables.
“Las personas anhelan a otras personas y necesitan lugares para reunirse. Es parte de la condición humana y, sin embargo, aparentemente también lo son las pandemias”.
Nuestros espacios públicos son estériles. Nuestras calles están desiertas. Y el hecho de que las imágenes de lugares vacíos se compartan viralmente en todo el mundo es una señal global de que todos colectivamente lamentamos la pérdida de la vida pública. Creo que deberíamos reagruparnos, repensar, reorganizar y reconstruir según nuestros roles como creadores de ciudades cuyo trabajo y propósito es generar alegría ideando lugares que la gente ama; no solo por las crisis mundiales, si no a pesar de ellas. Algunas sugerencias:
1. No te olvides de lo básico.
Como enseño en mi clase de Diseño Urbano, hay una calle de dos vías entre el entorno (físico) y el comportamiento. El Diseño Urbano debería facilitar ciertos comportamientos y sentimientos y nosotros, a su vez, podemos (o deberíamos)ser capaces de dar forma al entorno construido. Cuando hacemos esto bien, cuando entendemos y alentamos esta relación, cuando consideramos adecuadamente los contextos en torno a los cuales se produce esta conexión, se crea valor económico, social, ambiental, de salud, individual, de seguridad. En este momento, nos faltan las personas en esta ecuación, por lo que todo se ha colapsado. Pero la pregunta es ¿porqué?. Tal vez nosotros, como Diseñadores Urbanos, no hemos desarrollado de manera suficiente la capacidad de adaptar los espacios públicos a todos los contextos. Si hemos diseñado bien los espacios públicos, si permitimos sillas móviles que la gente pueda reordenar para adaptarse a las recomendaciones de distanciamiento o diseño tanto para usos activos como pasivos, y si estos espacios para usos pasivos pueden ser prediseñados para permitir más «privacidad» mientras siguen siendo atractivos para todos, ¡estos podrían convertirse en un refugio, un lugar para la restauración interior!
2. Considera redefinir lo que queremos decir con Placemaking.
En definitiva, los lugares son un fenómeno socialmente construido. Les damos significado, no al revés (o al menos ese es el caso con buenos espacios públicos). Entonces quizás debamos ampliar nuestra definición de lo que entendemos por lugares. Ya tenemos ejemplos de lugares virtuales: todas las redes sociales (para bien o para mal), lugares de trabajo virtuales, seminarios web, e incluso espacios virtuales. Si nuestro propósito, nuestro trabajo, es crear espacios que sean imanes para las personas, ¿esto también puede incluir espacios imanes virtuales?¿Lugares no físicos? Imagínense: no nada más podríamos simplemente «ir» a Central Park o Times Square o a nuestros parques locales como ahora podemos hacerlo a través de cámaras web, sino interactuar virtualmente con otras personas que «visitan» estos lugares si habilitamos estas herramientas. ¡Imagina lo increíble que esto sería en este momento cuando todos estamos en aislamiento social !Podríamos omitir la parte social del distanciamiento simplemente descartando el aspecto físico de las interacciones. Esto significaría mucho para las personas que en la vida diaria no pandémica no pueden participar físicamente en estos lugares que pasamos tanto tiempo diseñando: personas con discapacidades, ancianos, enfermos, personas sin medios físicos para acceder a lugares o personas que no tienen la suerte de tener estos lugares en sus vecindarios; siempre tomando en cuenta los tipos de discapacidades (visuales, auditivas, etc.
3.Equidad.
Si las ramificaciones de esta pandemia global no nos abren finalmente los ojos al hecho de que la forma en que diseñamos lugares-ciudades-es inherentemente desigual, bueno, supongo que continuaré hablando sobre eso por mucho tiempo. ¿Cuántos agujeros en el sistema ha expuesto esta crisis? Para empezar, las personas evitan el transporte público y andan en bicicleta y caminan. Estas son solo parciales buenas noticias. Esto no funciona para aquellos a quienes no es factible andar en bicicleta o caminar porque viven en lugares no diseñados para permitir esos comportamientos o tienen discapacidades que les impiden hacerlo. También está el tema de la vivienda. La mayoría de la gente vive al día y muchas personas corren el riesgo de no recibir su pago pronto. Por lo tanto, nos enfrentamos a gente siendo desalojada de sus viviendas, lugares que son difíciles de pagar por su alto costo. Y están los más vulnerables: las personas sin hogar. Además delo anterior, tenemos otros temas como la alimentación y el acceso a servicios de salud. Estamos fallando en esto y esta pandemia muestra nuestro fracaso colectivo para crear lugares inclusivos y equitativos.
4.Todo está interconectado; hagamos lugares con eso en mente.
Cuando todavía estaba en la escuela de posgrado para obtener mi doctorado, escribí, y de alguna manera publiqué, un artículo teórico sobre caminabilidad (¡lo cual es realmente difícil de hacer!). Creo que una de las razones por las que se aceptó su publicación es porque ofrecía una forma más amplia de entender por qué la gente elegía caminar, o no. Se basó en la jerarquía de necesidades de Maslow, postulando que algunos aspectos del Diseño Urbano eran más fundamentales que otros para influir en la elección del modo de viaje de las personas, es decir, caminar vs. otras opciones. También habló de lo que se llama una construcción «socio ecológica», o sea que otros factores además del entorno físico afectan las decisiones de las personas de caminar. Estos otros factores incluyeron diferencias individuales (como edad, género), diferencias de nivel sociológico (como afiliaciones religiosas o culturales) y diferencias de nivel geográfico. Mi punto era que todo estaba interconectado y no se podía evaluar cómo el entorno construido afectaba el comportamiento. Sin embargo, nosotros, como creadores de ciudades (a nivel local, regional, estatal y federal), no hemos estado trabajando dentro de los marcos socio ecológicos necesarios en la complejidad de la ciudad. Y a pesar de que no reconocemos estos vínculos de manera proactiva, esta pandemia definitivamente lo entendió.
5. Prestar atención a las consecuencias, ya sean positivas o negativas.
Estoy segura de que muchos de ustedes han visto datos sobre la disminución de emisiones de carbono y las mejoras en la calidad del aire en China, Italia y otros países, a medida que el mundo sucumbe ante las cuarentenas y finalmente adopta el distanciamiento social. Bueno, claramente, eso es(principalmente) positivo, aunque es una consecuencia no intencional de medidas bastante extremas. Esto sí que resalta las consecuencias de nuestros comportamientos y elecciones. La pregunta es, ¿alguna de estas medidas es sostenible después de la pandemia? Al responder esta pregunta, debemos considerar las consecuencias negativas, además de los cambios obvios en nuestra vida cotidiana. Negarnos a nosotros mismos el acceso a la vida pública tiene serias y diversas consecuencias que van desde la soledad, la falta de actividad física, hasta no beneficiarse de los placeres que obtenemos de los lugares. Seamos realistas, los humanos anhelan a otros humanos, ¡incluso los introvertidos! Creo que debemos considerar cómo pueden justificarse versiones más moderadas de estas medidas, siempre y cuando consideremos, justifiquemos y mitiguemos las consecuencias negativas.
6. Los objetos en el espejo están más cerca de lo que parecen.
Si bien podría haber tardado más de lo ideal, el mundo finalmente ha llegado a comprender cuan peligrosa es esta pandemia para la humanidad. Y estamos tomando medidas relativamente rápidas. Entonces, ¿Qué pasaría si pudiéramos aplicar de alguna manera el mismo sentido de urgencia a la formulación ágil de políticas, el sacrificio colectivo, el rápido cambio de comportamiento, la unión universal en torno a un enemigo común para enfrentar la crisis climática?¿Qué se necesitaría para transferir este nivel de pánico hacia el objetivo de reducir los gases de efecto invernadero? ¿Al cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU?¿Cómo podemos hacer que las consecuencias de la crisis climática parezcan tan concretas como las de COVID-19?Y, ¿Cómo podemos traducir las lecciones aprendidas de esta crisis y evitar estar sin preparación para enfrentarla próxima e inevitable amenaza?
7. Necesitamos pensar seriamente en nuestro sistema de gobierno y arreglarlo, porque claramente es un sistema roto.
Segura han visto los memes de imágenes de estantes de supermercados vacíos con el título: ¿capitalismo o socialismo en etapa tardía? Ciertamente no estoy aquí para abogar por el «socialismo» (mi madre huyó de la Cuba comunista), pero esta pandemia ha manifestado cuán frágil es nuestro sistema; muy dependiente del consumismo. De hecho, nuestros espacios públicos a menudo pagan las consecuencias de esto, sirviendo explícita o implícitamente como espacios que priorizan al consumidor. Después de haber vivido más de 6 años en China, he visto los beneficios de un sistema basado en la idea del colectivo. No hay duda de que su sistema con gran control hizo que bloquear ciudades fuera mucho más fácil de implementar y de comprender(como un primer paso para frenar la propagación del virus). Pero hay que resaltarla voluntad y disposición del pueblo chino para seguir las instrucciones de inmediato. Para ellos, es un deber cumplir las reglas; simple, no hace falta nada más. Hay algo que llama la atención sobre ese sentido del colectivo que nos beneficiaría como constructores de lugares y que facilitaría nuestros trabajos.
8. Cuidado con las correcciones excesivas.
Esta no es la primera vez que las preocupaciones con respecto a la salud pública han impactado la vida pública y su planeación. De hecho, la zonificación euclidiana fue en gran parte una reacción a las malas condiciones de salud vinculadas a las ciudades superpobladas durante la Revolución Industrial, donde no era raro que las fábricas colindaran con viviendas y familias. Como resultado, etiquetamos a toda la industria y el comercio como nocivos y los separamos de donde vivíamos y trabajábamos, dando forma indeleble a nuestras comunidades y programándonos a todos para una relación de largo plazo con los automóviles. A lo largo de esta crisis, algunos han conjeturado que quizás las ciudades urbanas densas y compactas no son sostenibles frente a las pandemias, mientras que otros han señalado que muchos de los epicentros del virus eran en realidad lugares suburbanos, nacidos del orden euclidiano. Todo lo que realmente sabemos ahora mismo es que simplemente no sabemos. Mientras tanto, es importante prestar atención a las lecciones de la historia y no implementar apresuradamente políticas contundentes que restrinjan la densidad o cambien radicalmente lacara de los espacios públicos.
9. La tecnología tiene un papel para desempeñar.
En el pasado, advertí que la tecnología por el bien de la tecnología es una propuesta peligrosa para el futuro de la vida pública, que debe ser un medio para un fin, no un fin en sí mismo. Ha dado un paso al frente durante esta crisis. ¿Cómo podemos, como creadores de ciudades, aprovechar el poder de la tecnología para mantener a las personas seguras en pandemias y al mismo tiempo permitimos que se beneficien de participar en la vida pública? Debemos trabajar con la comunidad de tecnología cívica para encontrar posibles soluciones y, en general, debemos ser más rápidos en la adopción en términos de uso de tecnología y datos para crear lugares increíbles, seguros y resistentes que todas las personas puedan amar.
10. Nunca desperdicies una buena crisis.